La neurociencia cognitiva-el estudio de la actividad cerebral como resultado de procesos cognitivos-ha ido pareja y de la mano del desarrollo tecnológico de la neurotecnología, y en particular, de la neuroimagen.
Aunque mucho hemos avanzado en describir la estructura de las funciones cerebrales, y se ha amasado una gran cantidad de información, todavía no se hace un uso eficiente de toda la información obtenida de los cientos de experimentos que se realizan al día.
Mantener un repositorio que archive las imágenes cerebrales que son caras de obtener, y no haga que una vez publicadas en las revistas profesionales se olviden y puedan mediante su difusión ser de nuevo analizadas e interpretadas por otros grupos de investigación y científicos; es de vital importancia.
La colaboración y la creación de centros de difusión de datos de neuroimagen es fundamental para el éxito de la neurociencia y sus diversas aplicaciones.
Experiencias similares en las ciencias biomédicas han sido muy satisfactorias. La cultura de compartir en las ciencias biomédicas está muy arraigada. No sin prejuicios iniciales a compartir información y datos por el miedo de ser "robados" de sus datos primarios o de que otros descubrieran algún patrón no visto previamente.
No obstante, la recomendación de las revistas, y las asociaciones científicas a compartir, y la progresiva mejora de la infraestructura informática para almacenar datos, convencieron definitivamente a los investigadores de los beneficios de compartir.
La disciplina boinformática nació de la necesidad de crear herramientas para interpretar la información compartida sobre genómica. Compartir datos incluso ha dado lugar a un nuevo tipo de biomedicina guiada por la colección de datos de los cuales muchos de ellos son puestos a disposición de la comunidad científica en cuestión de días.
Los biobancos de los cuales "Genbank" es el ejemplo paradigmático ha permitido que otros científicos sean capaces de proveer de ideas más perspicaces que han dado lugar a nuevos formas de ver los datos y en el mejor de los casos nuevos tratamientos para enfermedades de índole genética.
En este artículo, John Darrell Van Horn y Michale Gazzaniga comparten sus experiencias del proyecto Centro para Datos fMRI ilustrando cómo nació el proyecto, las barreras sociológicas al mismo, y como de él y de la reutilización de los datos vinieron éxitos y logros científicos.
El proyecto comenzó en 1999 fruto del coraje de varios investiggadores entre los que se encuentran los autores con el auspicio inicial de algunas agencias gubernamentales de los EE.UU. que financiaron su puesta en marcha.
Se formó un comité asesor de neurocientíficos lideres en el campo de la neurociencia cognitiva para que dieran sugerencias y "feedback" al proyecto. Por otro lado revistas como la "Journal of Cognitive Neuroscience" dedicaron ediciones especiales para que los mejores grupos de investigación de todo el mundo presentaran sus estudios de neuroimágen y se pudiera obtener datos.
Pro pronto empezaron a salir voces críticas. Editoriales de revistas de gran impacto como Nature y Science firmados por científicos descontentos con los requerimientos a la hora de ceder datos, sobre quién poseía las imágenes al compartirlas etc. y que cómo un grupo de personas de una modesta institución académica podían llevar a cabo tan magna tarea.
Esta reacción tan hostil de la comunidad de neurocientíficos y de especialistas en neuroimagen les cogió a los autores de este artículo fuera de guardia. No creían que un proyecto para compartir información y datos podía verse como nocivo.
Esto les hizo pensar si seguir con el proyecto o preguntarse si la disciplina estaba preparada para compartir datos.
La propiedad de los datos e información es, y fue, la principal preocupación.
La importancia del Centro para Datos de fMRI nunca fue la cantidad de bites almacenados, sino la calidad de los datos y su posible reutilización para nuevos descubrimientos sobre la función cognitiva.
Su decisión por continuar con este proyecto se ha tornado acertada y ahora en estos tiempos de cooperacion interdisciplinar y la tecnologia existente para procesar "big data" de contenidos tan dispares como información geológica, atmosférica, económica... les coloca en una posición privilegiada como para poder sugerir buenas prácticas a la hora de gestionar un centro para compartir datos en este caso del funcionamiento del cerebro.
Una buena gestión es necesaria. Múltiples modelos de gestión pueden coexistir y aunque se ha de tener en cuenta la opinión de la comunidad de investigadores y científicos, un plan de visión amplio es necesario tener.
Compartir los datos y la información es la norma más que la excepción en la era donde el "big data" existente hace que más que necesario que muchas manos se hagan cargo de obtener, archivar, analizar e interpretar la información.
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Van Horn JD, & Gazzaniga MS (2012). Why share data? Lessons learned from the fMRIDC. NeuroImage PMID: 23160115
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