La señal eléctrica P 300 se emite en el cerebro dando comienzo 300 milisegundos después de que se percibe un estímulo significativo normalmente un estímulo variante de una serie (odd-ball). Su uso y contexto habitual ha sido la neurofisiología y la ciencia básica.
No obstante, este hecho neurofisiológico se ha aplicado como potencial técnica para la deteccion de mentiras en 1995 cuando el Dr. Lawrence A. Farwell la introdujo por primera vez en los tribunales como una técnica patentada y conocida como "Brain Fingerprinting".
El magistrado del juzgado número 2 de violencia de Zaragoza ha sido el primer juez en España en introducir una técnica de neurojurisprudencia como prueba neurológica para determinar la posible autoría de un asesinato. Aunque la defensa ha recurrido la prueba, el recurso se ha desestimado.
La prueba se ha realizado hoy mismo en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Ha sido en relación al caso que juzga a un presunto autor del homicidio de su esposa. Como era de esperar este hecho ha abierto un debate en el mundo jurídico sobre la idoneidad de la prueba, los derechos que viola o la fiabilidad de la misma.
En cuanto a su fiabilidad el margen de falsos positivos es muy bajo, pero si la técnica conculca derechos del imputado esto es argumentable. Es cierto que cualquier reo tiene el derecho a no autoinculparse y la medición de ondas electroencefalógraficas inconscientes invade su privacidad.
Pero que el Derecho se haga más objetivo gracias a la ciencia y se convierta cada vez más en neurojurisprudencia creo que es un paso hacia adelante que mejorará en términos generales la impartición de justicia. De todas formas, el impacto de la ciencia y más concretamente la neurociencia en múltiples esferas de la experiencia humana incluido el Derecho, más tarde o más temprano, será algo inevitable.
Pero que el Derecho se haga más objetivo gracias a la ciencia y se convierta cada vez más en neurojurisprudencia creo que es un paso hacia adelante que mejorará en términos generales la impartición de justicia. De todas formas, el impacto de la ciencia y más concretamente la neurociencia en múltiples esferas de la experiencia humana incluido el Derecho, más tarde o más temprano, será algo inevitable.
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