Andrew Withen uno de los primatólogos más influyentes de los últimos años hace una revisión del estado del arte y análisis critico de la cognición social de animales no-humanos desde lo que para él es un punto de inflexión en la investigación: la publicación de Hare et al. 2000.
Para ello describe la historia del área de estudio de la cognición social en animales no-humanos sus orígenes evolutivos y sus implicaciones para entender la cognición social humana, aunque esto no lo especifica en profundidad por falta de espacio, y los cuatro criterios que son necesarios advertir para que la cognición social sea mentalística y no meramente discriminación de patrones comportamentales.
En los 35 años de estudio de la cognición social animal la publicación de Hare et al. 2000 fue un cambio de paradigma en la imagen que se tenía de la mente de los primates no-humanos.
Durante la primera mitad del siglo XX dominó el conductismo que elimino toda referencia a los estados internos como explicación de la conducta. Centrarse exclusivamente en el comportamiento superficial evitaba toda influencia antropomórfica para explicar la conducta animal. La etología que vería su nacimiento como disciplina autónoma por las mismas fechas tomaría la descripción objetiva de categorías a partir de la conducta manifiesta como base para sus teorías sobre el comportamiento animal (Hinde 1970).
No obstante, el dominio del conductismo tuvo que dejarse de lado por un hecho intrigante: la recurrencia constante como mentalistas que somos los seres humanos a explicaciones basadas en estados mentales, lo que implica que esta es una aproximación cognitiva optima para garantizar la acción social ya sea competitiva o cooperativa.
Como ejemplo de ello es nuestro lenguaje que está lleno de verbos psicológicos como "querer", "creer", "pensar", "desear" etc. Hasta los niños prelingüísticos inlcuso antes de mostrar ningun signo de aprendizaje del lenguaje están optimamemente adaptados a atribuir estados mentales sin necesidad de ellos.
Esta es la hipótesis nula, ¿es posible que la selección natural haya moldeado las mentes de otros animales de un modo similar a como es la nuestra?, que se deja entrever en el mismo titulo que anuncia el estudio moderno de la cognición social: ¿tienen los chimpancés una teoría de la mente? (Premack y Woodruff 1978).
El contexto científico que dió lugar a Hare et al 2000 se puede entender como dos líneas simultaneas, a veces interrelacionados, de ver lo que es la mente animal en relación a la cognición social. Una primera línea que nace con la etología y que tiene en el ensayo "The Social Function of Intellect" de Humphrey (1976) el empuje. En este ensayo Humphrey defiende la idea de que la inteligencia primate no fue una adaptación para solucionar los problemas físicos de la exploración para buscar comida y la caza, sino una adaptación para solucionar los problemas sociales de formar alianzas entre iguales y atajar los problemas de las dinámicas sociales.
Humphrey incorporó referencias a los estados mentales internos aludiendo que los individuos que mejor interpreten el comportamiento de sus iguales son los que más éxitos alcanzan. Otra perspectiva etológica fue dada por Krebs y Dawkins (1978) donde sugieren que la comunicación animal no es trasmitir mensajes de una forma honesta, sino manipular y afectar el comportamiento de los otros. Que los animales manipulen a otros para su propio beneficio significa que estos tienen que figurar qué piensan otros para maniobrar en consecuencia.
Los psicólogos del desarrollo empezaron a ingeniar experimentos basándose en estas ideas iniciales de los primatólogos que diseccionaban la ontogenia de las habilidades para la teoría de la mente en los infantes llegando a la conclusión de que hasta los cuatro años no se alcanza una teoría de la mente madura y sofisticada.
Años más tarde vienieron los primeros estudios empíricos sobre los déficits en teoría de la mente en condiciones neuropsiquiátricas como las del espectro autista.
La siguiente expansión en el estudio de la cognición social vino de la mano de Richard Byrne y Andrew Withen cuando empezaron a documentar lo que llamaron el engaño táctico, estrategias intencionales realizadas por ciertos animales para ocultar información sobre estímulos importantes como el lugar de la comida etc. Esto fue una confirmación empírica de las teorizaciones de Humphrey, Premack y Woodruff en conductas vistas en bonobos. Parecía ser que monos y grandes simios monitorizaban la atención visual de sus congéneres determinando lo que podían y no podían ver.
El grupo de Povinelli llevó el estudio de la cognición social un paso más hacia delante estableciendo un control más riguroso de las variables de los experimentos. En un primer momento partieron de los diseños experimentales de Premack donde un mono tiene que pedir ayuda a un humano para obtener una gratificación recompensa, comida. La pregunta que se les hacia a los chimpancés era a quién tenían que pedir comida de un cubo cerca partiendo de la diferencia de que sólo uno de los humanos estaba en un estado de conocimiento de que el cubo estaba lleno de comida. Los primeros resultados fueron positivos, parecia que los chimpancés podían saber lo que otros sabían. Esta línea de experimentos se perfecciono y primero se hacían en distintas condiciones: los humanos mirando a otra parte, los humanos con los ojos vendados, los humanos con un cubo en la cabeza. Solo el humano que estaba con la atención visual despejada y mirando hacia ellos podía resolver los reclamos y solicitaciones de los monos. Los resultados esta vez fueron rotundamente negativos. La apreciación de la naturaleza de ver conduce a saber parecía que realmente no era comprendida por los chimpances. Variaciones en el diseño de los experimentos, distintas versiones y estudios por diferentes grupos de investigación todos conducián a la conclusión de que los primates no-humanos no sabian leer la mente. Cuando Tomasello y Call hicieron un análisis metanalítico de toda la literatura hasta la fecha concluyeron "que no hay ninguna evidencia empírica solida de que los primates no-humanos entienden la intencionalidad de los estados mentales de los otros" (1997 pág. 340).
Pero esta imagen de la naturaleza de la cognición social no-humana cambió con Hare et al. 2000.
Brian Hare, y colegas Josep Call, Bryan Agnetta y Michael Tomasello ofrecieron una nueva perspectiva.
Dos son los aspectos que cambiaron este estudio seminal: a) los chimpancés se estudiaron en interacción con otros congéneres y no con humanos; y b) la interacción era competitiva. Esto supuso vincular el carácter etológico de los primeros estudios de Premack, Humphrey, Krebs, Dawkins, Byrne y Whiten con una lógica experimental que desde entonces se ha convertido en estándar.
Hare et al. introdujeron cinco experimentos con pruebas experimentales subsidiarias que incrementaban el control de las variables para descartar hipótesis alternativas. Los experimentos preguntaban al chimpancé subordinado si podía utilizar tácticamente lo que el chimpancé dominante podía o no podía ver, cuando su punto de vista difería y así podía obtener una ventaja para coger una pieza de comida. Por ejemplo, en el primer experimento la comida estaba visible para los dos en el centro de la arena. En el segundo experimento solo era visible para el subordinado porque estaba detrás de un muro opaco para el dominante en un lado de la arena. Los resultados fueron que el subordinado cogía más ítems de comida que el dominante. Se pensó que esto podía ser debido a que el subordinado comprendiera que coger la comida colocado detrás de la barrera opaca supondría más tiempo para el dominante o que al colocarla a un lado impidiera ver donde había algo al dominante. En el segundo experimento se descartó ésta posibilidad al quitar la barrera y esconder la comida en objetos oscuros. Los chimpancés subordinados seguían cogiendo más comida.
En el tercer experimento se controló mejor la posibilidad de que por pistas comportamentales, como la dirección de hacia dónde se dirigía el dominante, hicieran que el subordinado se moviera en la dirección contraria. Se controlo haciendo que el dominante saliera antes de su jaula etc. E un quinto y último experimento se sustituyeron las barreras o muros opacos por unos transparentes. La preferencia del subordinado por la comida cambió.
Esto empezó a sugerir que los chimpancés, de hecho, tienen una teoría de la mente. Se cambio la filosofía de los experimentos sabiendo que era muy plausible que los chimpancés si supieran lo que otros chimpancés ven o no ven en el aquí y ahora pero no se sabía si podían saber las implicaciones de este conocimiento para la competición diferida que es más habitual en su hábitat, es decir, qué deberían saber en función de lo que han visto o que no deberían saber en función de lo que no han visto. En un primer experimento la comida se colocaba detrás de una de dos barreras opacas mientras el dominante veía como se colocaba o mientras no lo veía porque su jaula estaba cerrada. En una variante de este experimento el dominante veía donde se colocaba la comida pero luego se cerraba su jaula, no podía ver, y se cambiaba el lugar de la comida. En todos los experimentos el subordinado tomaba ventaja. En un segundo experimento se cambio el individuo dominante pero se mantenía al subordinado. Como en los experimentos anteriores el subordinado sabia discriminar cuando estaba ante un dominante que sabia o no sabia dónde estaba la comida.
En resumen, esta línea de experimentos que investigan la cognición social son más fieles con el entorno evolutivo de adaptación de los primates no-humanos.
Ahora la pregunta que ya se había hecho Whiten (1996) cobra toda su virtualidad: ¿cuando los animales pasan de ser buenos observadores de patrones de conducta a convertirse en "lectores de la mente" de otros?.
Para Whiten pasar de ser un conductista a un mentlaista y leer los estados mentales internos de otros viene cuando se cumplen cuatro criterios:
a) engaño y reconocimiento del engaño (contraengaño)
Para los animales es importante saber distinguir el comportamiento superficial y las verdaderas intenciones subyacentes o lo que es lo mismo la naturaleza del engaño táctica y el contraengaño: este último requiere el reconocimiento de que los actos de los otros no tiene porque significar lo que significan y responder adecuadamente) y la co-emergencia del engaño y la falsa creencia y los infantes humanos son ejemplos de la relevancia del engaño y el reconocimiento del engaño (contraengaño) en este contexto de la cognición social. Sin embargo, como Whiten ha propuesto es posible el engaño táctico desde una perspctiva puramente conductista y no mentalista.
b) mentalización implicita
Para primatólogos como Juan C. Gómez (1991) aunque los primates no-humanos no tengan etiquetas lingüísticas para describir los estados mentales internos si que discriminan implícitamente que hay una mente de patrones comportamentales que observan. Aunque en los experimentos de Hare et al. los individuos solo estaban interpretando aspectos de la geometría de la línea de visión, comportamiento (ojos abiertos) e identidad (mismo individuo) estaban aprehendiendo la mente detrás de la discriminación de estas conductas El problema es que si la adición de una dimensión mentalista no añade poder explicativo al hecho de simplemente con la observación de comportamientos es suficiente para anticipar la conducta de otros sin apelar a estados mentales internos. No obstante, esta interpretación de mentalización implícita de Gómez gana fuerzas con recientes investigaciones con infantes humanos prelingüísticos.
c) estados mentales como variables que intervienen en la predicción de los otros.
Un ejemplo del concepto de variable interviniente se ilustra en la siguiente figura (a) donde se muestra nueve relaciones causales sobre el comportamiento bebedor de una rata.
ilustración tomada de Whiten 2013.
El reconocimiento de que estas relaciones causales se pueden explicar aludiendo a una única variable interviniente, la sed, se muestra en la figura (b). Al introducir esta variable interviniente el análisis es más económico sobre todo cuando las variables independientes, las de la izquierda, y las dependientes, los resultados observables en la conducta se multiplican. Esta misma lógica se puede aplicar para la mentalización donde el cerebro de un observador codifica a otro ser como estando en un cierto estado mental.
La siguiente ilustración muestra la aplicación de esta misma lógica de una variable interviniente al reconocimiento de saber.
d) proyección de la experiencia
Otro criterio para saber cuándo podemos estar hablando de mentalización no-verbal o teoría de la mente en ausencia de lenguaje como la cognición social que presuntamente exhiben los animales no-humanos es la proyección de la experiencia. Esto se caracteriza por proyectar los estados mentales de uno mismo a otro. En un experimento con monos usando las características ópticas de espejos de una sola dirección donde se puede ver desde un lado lo que hay detrás, pero desde el otro no, no se encontró ninguna diferencia, llevando a los autores a deducir que no existe mentalización. Los monos experimentaron ambos lados del espejo y no sabian discriminar lo que el otro podía estar viendo. Heyes (1998) hipotetizó que esto se podría tambén ver como gafas con cristales transparentes y opacas pero no se ha testado todavía.
Dejando de lado su escepticismo inicial de 1997, Tomasello y Call (2008) declaran que por el momento y a tenor de los experimentos realizados hasta la fecha su conclusión es que los primates no-humanos, y en particular los chimpances, entienden a los demás en términos de una psicologia de objetivos y no en términos de una psicologia de deseos y creencias como la nuestra.
Para Whiten parece ser que el tipo de criterio que los experimentos de Hare et al. no demuestran para poder hablar de cognición social plena es la proyección de la experiencia. La replicación de los experiemntos originales de Hare et al. ha llevado a resultados mixtos, pero si que ha permitido extender los estudios basándose en los mismos diseños experimentales a otras especies de primates y mamíferos Se ha podido investigar la cognición social en aves utilizando estos mismos escenarios viendo que las aves tienen una cognición social más sofisticado de lo que en un principio se podía asumir (Clayton et al. 2007). EL futuro de la filogenia de la cognición social se muestra esperanzador con la posibilidad de extender la investigación a los bonobos, los hermanos de los chimpancés, que hasta ahora no se habían incluido en el corpus de estudios. También es interesante poder estudiar de cara al futuro, nos dice Whiten (2013) las percepciones que tienen uno de otro en las relaciones cazador-presa.
Ahora la pregunta que ya se había hecho Whiten (1996) cobra toda su virtualidad: ¿cuando los animales pasan de ser buenos observadores de patrones de conducta a convertirse en "lectores de la mente" de otros?.
Para Whiten pasar de ser un conductista a un mentlaista y leer los estados mentales internos de otros viene cuando se cumplen cuatro criterios:
a) engaño y reconocimiento del engaño (contraengaño)
Para los animales es importante saber distinguir el comportamiento superficial y las verdaderas intenciones subyacentes o lo que es lo mismo la naturaleza del engaño táctica y el contraengaño: este último requiere el reconocimiento de que los actos de los otros no tiene porque significar lo que significan y responder adecuadamente) y la co-emergencia del engaño y la falsa creencia y los infantes humanos son ejemplos de la relevancia del engaño y el reconocimiento del engaño (contraengaño) en este contexto de la cognición social. Sin embargo, como Whiten ha propuesto es posible el engaño táctico desde una perspctiva puramente conductista y no mentalista.
b) mentalización implicita
Para primatólogos como Juan C. Gómez (1991) aunque los primates no-humanos no tengan etiquetas lingüísticas para describir los estados mentales internos si que discriminan implícitamente que hay una mente de patrones comportamentales que observan. Aunque en los experimentos de Hare et al. los individuos solo estaban interpretando aspectos de la geometría de la línea de visión, comportamiento (ojos abiertos) e identidad (mismo individuo) estaban aprehendiendo la mente detrás de la discriminación de estas conductas El problema es que si la adición de una dimensión mentalista no añade poder explicativo al hecho de simplemente con la observación de comportamientos es suficiente para anticipar la conducta de otros sin apelar a estados mentales internos. No obstante, esta interpretación de mentalización implícita de Gómez gana fuerzas con recientes investigaciones con infantes humanos prelingüísticos.
c) estados mentales como variables que intervienen en la predicción de los otros.
Un ejemplo del concepto de variable interviniente se ilustra en la siguiente figura (a) donde se muestra nueve relaciones causales sobre el comportamiento bebedor de una rata.
ilustración tomada de Whiten 2013.
El reconocimiento de que estas relaciones causales se pueden explicar aludiendo a una única variable interviniente, la sed, se muestra en la figura (b). Al introducir esta variable interviniente el análisis es más económico sobre todo cuando las variables independientes, las de la izquierda, y las dependientes, los resultados observables en la conducta se multiplican. Esta misma lógica se puede aplicar para la mentalización donde el cerebro de un observador codifica a otro ser como estando en un cierto estado mental.
La siguiente ilustración muestra la aplicación de esta misma lógica de una variable interviniente al reconocimiento de saber.
d) proyección de la experiencia
Otro criterio para saber cuándo podemos estar hablando de mentalización no-verbal o teoría de la mente en ausencia de lenguaje como la cognición social que presuntamente exhiben los animales no-humanos es la proyección de la experiencia. Esto se caracteriza por proyectar los estados mentales de uno mismo a otro. En un experimento con monos usando las características ópticas de espejos de una sola dirección donde se puede ver desde un lado lo que hay detrás, pero desde el otro no, no se encontró ninguna diferencia, llevando a los autores a deducir que no existe mentalización. Los monos experimentaron ambos lados del espejo y no sabian discriminar lo que el otro podía estar viendo. Heyes (1998) hipotetizó que esto se podría tambén ver como gafas con cristales transparentes y opacas pero no se ha testado todavía.
Dejando de lado su escepticismo inicial de 1997, Tomasello y Call (2008) declaran que por el momento y a tenor de los experimentos realizados hasta la fecha su conclusión es que los primates no-humanos, y en particular los chimpances, entienden a los demás en términos de una psicologia de objetivos y no en términos de una psicologia de deseos y creencias como la nuestra.
Para Whiten parece ser que el tipo de criterio que los experimentos de Hare et al. no demuestran para poder hablar de cognición social plena es la proyección de la experiencia. La replicación de los experiemntos originales de Hare et al. ha llevado a resultados mixtos, pero si que ha permitido extender los estudios basándose en los mismos diseños experimentales a otras especies de primates y mamíferos Se ha podido investigar la cognición social en aves utilizando estos mismos escenarios viendo que las aves tienen una cognición social más sofisticado de lo que en un principio se podía asumir (Clayton et al. 2007). EL futuro de la filogenia de la cognición social se muestra esperanzador con la posibilidad de extender la investigación a los bonobos, los hermanos de los chimpancés, que hasta ahora no se habían incluido en el corpus de estudios. También es interesante poder estudiar de cara al futuro, nos dice Whiten (2013) las percepciones que tienen uno de otro en las relaciones cazador-presa.
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Whiten, A. (2013). Humans are not alone in computing how others see the world Animal Behaviour DOI: 10.1016/j.anbehav.2013.04.021
1 comment:
Magnifico articulo, es un estado de arte muy completo y analítico. Un gusto visitarte.
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